Lo primero que tienes que saber es que los conflictos van a estar ahí si o si. No se pueden evitar para siempre, y si los evitas es posible que un día vivas el conflictazo de tu vida.
Los conflictos forman parte de la vida, y en el caso de los adolescentes, forma parte de la etapa de cambio que están atravesando. Y aunque te parezca raro son necesarios para su desarrollo personal, es decir, si manejamos bien el conflicto probablemente se producirá un aprendizaje, y será para toda la vida.
Además tú también aprenderás, sí. Hasta ahora tenías la plena convicción de conocer a tus hijos, pero de repente caes en la cuenta de que no sabes nada de ellos, no te cuentan casi nada….así que es como si estuvieses conociendo de nuevo a esa personita… y para ello tienes que desaprender lo que sabias y aprender otras cosas que desconocías.
¡Vamos a allá!
1. ACUÉRDATE DE TU ÉPOCA
Tomate tu tiempo y recuerda cómo te iba a ti a esa edad, cómo te sentías… que echaste en falta en ese momento por parte de tus padres, tu familia, tus amistades, tu entorno más cercano.
La idea es que conectes con el adolescente que llevas dentro. Si, si, ya sé que no hacías eso, que no eras así…. No más excusas… no tienes que rendir cuentas ante nadie, sólo recuerda y conecta con esos momentos en los que no era fácil ser tú. Si lo consigues te servirá para abrir tu mente y escuchar de verdad lo que dice tu hijo, también entre líneas.
2. SI, SOLO TIENE 15 AÑOS, PERO NO ES TONTO
Por si no te habías dado cuenta, tus hijos crecen y evolucionan y tienen sus propias ideas y opiniones.
Ya no les sirve el “porque no, porque lo digo yo “, si es que en algún momento consideraste que era la respuesta adecuada. Trátales de igual a igual, escucha lo que dice, no subestimes sus palabras, te está dando información muy valiosa.
Es muy probable que te suene a chino lo que te dice, pero…abre las orejas, ¡tienes dos!, es decir tomate en serio lo que te dice cuando expresa su malestar, válida sus opiniones, sentimientos… de alguna manera se trata de no juzgar lo que le está pasando.
3. ¿LÍMITES CUESTIONABLES?
No te rindas. Es posible que establezcas una consecuencia para un acto que no es correcto, y que con su gran habilidad de cuestionamiento propia de la adolescencia aproveche para cuestionar el castigo.
Su objetivo: que le des más información para seguir cuestionando y desmontarte. Tu truco: no cambies tu respuesta, repite la consecuencia como si de un loro se tratase. Los limites, castigos, consecuencias o como quieras llamarlos no son negociables.
La autoridad bien utilizada es una herramienta potente, pues en esta etapa de la vida de tanto desbarajuste, de descubrimientos, es importante que alguien ponga límites, ¿por qué? Porque poner límites ofrece a tu hijo seguridad en sí mismo, aprende a respetar un NO, vive emociones como rabia, culpa, enfado, tristeza… que forman parte de la vida misma y que protegerles de estas emociones no les va a ayudar en su futuro.
4. BUSCA CONSECUENCIAS QUE LE HAGAN PENSAR
No te preocupes si de primeras no sabes qué hacer para ponerle un límite. Date tu tiempo para pensar y házselo saber.
Es fácil que caigamos en quitar o prohibir con demasiada frecuencia. Pero no sufras, son límites igualmente válidos y que pueden tener la fuerza suficiente para hacerle ver la consecuencia de sus actos. Eso sí, debes ayudarle a reflexionar sobre los actos que le han llevado a vivir ese castigo.
Pero hay veces que esto se queda un poco corto, piensa en otro tipo de consecuencias, que le insten a la acción, que reparen el daño provocado y que acompañando de una reflexión puede que aprendan más rápido y a su vez aumenten la confianza en si mismos.
5. DIFERENCIA ENTRE TU ENFADO Y EL MANEJO DEL CONFLICTO
Si, lo sé, te pone de los nervios. Pero antes de mandarle al colegio militar, respira.
Muéstrale tu enfado ¡cómo no!, busca la manera de transmitírselo con la mayor asertividad posible, es decir evita los gritos, golpes en la mesa, portazos… solo sirven para calentar aún más el ambiente y darle argumentos para que te cuestione.
Expresa como te ha hecho sentir, lo que ha provocado su acción en ti, de qué te has dado cuenta, de alguna manera que con tu discurso tu hijo se posicione como observador de lo ocurrido y pueda comprender en que se ha equivocado.
6. RETOMA DESPUÉS DE LA TORMENTA
Una de las cosas que puedes hacer pasado unas horas o días es retomar el tema con tu hijo. Ya las aguas están calmadas por ambas partes y se puede hablar con tranquilidad sobre lo ocurrido y a toro pasado evaluar los resultados. Reflexionará sobre lo ocurrido y aprenderá algo para toda la vida.
Claro esto trae como consecuencia que como padre/madre revises tus actos, palabras, gestos, pues puede ser que en algún momento hayas estado preso de tus emociones, y no hablases tú, sino ellas… por lo que es el momento de reconocer tus errores y pedir perdón si procede.
De esta manera cierras el círculo y se fortalece la relación y comunicación entre vosotros
¿Quieres saber cómo ser asertivo? pincha aquí
¿Quieres saber cómo mejorar la comunicación con tus hijos? pincha aquí
Deja tu comentario y valoración
Suscríbete para recibir más información
Coml hijo solo puedo decir,ojalá todos los padres se leyesen esto.
Pues ya sabes, ¡a recomendarlo!
Gracias por comentar